mi sonrisa murió,
por dar brillo a palabras
inmersas en penumbra,
y estos ojos quedaron sin
color pues
la oscuridad
era parte de mi voz,
y el canto que me susurrabas
no tenía ya mi eternidad,
y en horas frías y densas
la brisa del viento
se apoderó de mi encanto
y yo no era más que el
eco
de mi gris llanto
y gravemente mientras
tu dormías
yo en mis sueños
te perdía,
y siempre
en sombras,
horas de horas
yo no existía.
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