La astucia de vivir con ansias, momentos breves que nunca suceden,
que se pierden en la mente de soñadores
que despiertan y viven de lo que realmente no existe.
Así es como el mundo crece y desaparece,
con el menguante paso de lo que no es,
con la rapidez constante del tiempo,
del tiempo que mata.
Y los dragones y cuentos de hadas
se ahogan,
yacen solemnes en el recuerdo
de un libro que tal vez nunca se ha leído,
o ya leído hasta el cansancio,
y los soñadores desaparecen como desaparecen los sueños,
como cuando la noche acaba y
lo único que queda es dar un paso
para que el viento nos traiga lo que
la vida, sin preguntarnos, nos destinó.
y por ahí, en algún lugar, en alguna historia quizás no cierta,
un buen soñador pudo escapar de la realidad y gozar de
lo que siempre quiso, con un buen final.
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