Del rencor de mis manos surge el fuego
de mi sombra,
el dolor de algunos pasos que se perdieron
en un lugar que jamás soñé,
suspiros ahogados en un vaso turbio,
un beso vacío del viento que se
escondió de mis ojos.
Mañana es eterno,
hoy no fue nada,
posiblemente mientras duermo
la lluvia muere sobre los rastros
que dejé mientras moría,
y la noche tiembla
y mis pasos aún viven.
Y vuelvo de mis latidos oscuros
a esta luna soberbia que yace en mi pecho,
que me canta mientras bailo,
mientras bailo y lloro con una sonrisa desfigurada
perdida en mi alma,
encantada en las sombras.
Del frío de mi mirada,
del calor de la luna,
el tiempo eterno de mis palabras absurdas,
en un universo que jamás conté,
minutos envueltos en sábanas transparentes
que mataron mis letras
y me rompieron el pecho.
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